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CAFÉ DEL ESCRITOR: IDEAS, PASATIEMPOS, MARKETING Y RECURSOS PARA ESCRITORES

Cómo un toque de locura puede hacer tu personaje más humano

Todos queremos ser capaces de crear personajes que encandilen al lector. Y no hablo de construir un buen antihéroe o de cómo machacar a ese sufrido protagonista que aguanta cientos de desgracias hasta que le toca su momento. No. Hablamos de cómo transformar un personaje –sea del tipo que sea– en alguien real. Como lector estoy mucho más interesado en los personajes auténticos aunque la novela transcurra en el siglo XXIV. Si eres de los que cree que lo más importante en una buena novela son los personajes, sigue leyendo.

crear buenos personajes

La importancia de los pequeños detalles

Al igual que en una buena descripción lo que marca la diferencia son los pequeños detalles, en la construcción de un personaje lo que debemos buscar esa diferencia que los hace único. Esa pizca de locura diferenciadora es de lo que voy a hablar hoy y vamos a emplearla para que nuestro personaje se diferencie no ya de los otros personajes de la novela, sino de otros personajes similares de otras muchas novelas o películas que el lector haya visto.

Para poner un ejemplo concreto, hablaré del protagonista de El silencio de los corderos porque es probable que hayas visto la película. Sobre el papel es un personaje prototípico. Hemos visto tantas películas con tipos chungos que sería difícil diferenciarlo de otros muchos del cine o la literatura, pero… ¿qué hace que sea tan especial?

Hannibal Lecter, el silencio de los corderos

Para mí, es el ruidito que hacía con la boca al describir cómo se comía el hígado de sus víctimas. Es solo un ejemplo concreto, hay muchos otros detalles que también valdrían. Algo tan nimio y sutil hace que sea único en su locura. La caracterización de un personaje en el cine o el teatro no se diferencia tanto de la construcción de un personaje literario. En el teatro, un actor necesita entender de dónde viene el personaje, por qué se comporta como se comporta, y una vez lo interioriza con las imágenes de su pasado y lo que vive en el transcurso de la historia, hace que afloren las emociones. Estas emociones se reflejan en acciones concretas que deben surgir de todo eso.

Esas acciones, como la del psicópata protagonista de “El silencio de los corderos” son únicas y están relacionadas con el trasfondo pasado y presente del personaje. La suma de todos esos pequeños detalles son lo que el espectador –o el lector– percibe del personaje. Al fin y al cabo se trata de mostrar, no de contar ¿verdad?

Es posible que estés pensando en este momento: «vale, pero soy escritor, no actor». Así que iré todavía más al grano trabajando con un ejercicio detallado. Vamos a construir un personaje desde el principio y veremos cómo esos toques de locura pueden darle un toque diferenciador muy característico, como al inolvidable Ignatius Reilly de “La conjura de los necios”. Si hay un personaje perfecto para hablar de locura característica es Ignatius, te lo recomiendo.

Como crear personajes más humanos

Cómo construir personajes más humanos

Volvamos a nuestro trabajo: vamos a hacer una ficha de nuestro personaje para crear un prototipo. Probablemente todos hemos hecho algo así. El problema es pensar que esto es un personaje, pero no lo es, en realidad es un prototipo. Por eso, a veces se dice eso de “personaje prototípico”, porque en el fondo no está desarrollado, no es único. Nosotros vamos a hacer que lo sea.

Contexto inicial:  ¿Dónde y cuándo nace?, ¿cómo es su familia?, ¿cómo fue su infancia?, ¿cómo se desarrolló su infancia y adolescencia?

Si hemos respondido a fondo a estas cuestiones, deberíamos tener lo básico para trabajar con el personaje y esto nos responderá otras muchísimas preguntas que ya no tendremos que inventarnos, sino que saldrán solas de los planteamientos que hemos diseñado en el contexto inicial: personalidad, conflictos internos, conflictos externos, deseos, planes y frustraciones. Si aún no lo tienes muy claro, prueba a escribir una pequeña historia de ese chico o chica y verás como surgen posibilidades según escribes: pequeñas historias que a su vez te permiten ir tomando decisiones sobre lo que hace ese personaje, como si se tratara de la fase inicial de un videojuego donde vas escogiendo el avatar.

Tengo a Eduardo, un chico de 25 años, que nació en Madrid a finales de los ’80. Sus padres, divorciados, se odian y se ha pasado toda su infancia rebotando de casa en casa debido a la custodia compartida. Gracias a los gustos musicales de su madre ha terminando odiando la música española. Su padre, que no tenía mucho tiempo, intentaba compensar su falta de tiempo personal comprándole casi todo lo que pedía. Y Eduardo debido a sus problemas de autoestima y a su carácter introvertido, se ha pasado media vida enganchado a su PlayStation. Todo esto y algunas cosas más han hecho que su adolescencia  fuera un infierno. Nunca tuvo el coraje de lanzarse con las chicas del instituto que le gustaban y, aunque poco a poco lo ha ido superando, su talón de Aquiles sigue siendo su propia imagen del pasado. Intentó estudiar informática en la universidad, pero no tenía el tesón –ni el apoyo familiar- como para terminar, así que hizo un módulo y, ahora, trabaja como programador en una pequeña empresa.

Crear personajes con alma

Podría dedicar páginas y páginas a mejorar ese prototipo, pero probablemente ya tengas una imagen del personaje en la cabeza, porque por mucho que nos esforcemos en dotarle de color y pasado, a ese personaje ya te lo has encontrado alguna vez. Es prototípico total, pese a los esfuerzos de darle cierto aire personal.

Bien, ahora viene la segunda parte. Vamos a hacer que esa pequeña locura que tenemos todos, saque a relucir su verdadero yo. No hace falta nada chungo ni peligroso, sólo peculiar.

Edu es rarito, no por que sea un poco emo y le gusten las chicas de tal tipo, sino por que un día, alguna chica, escarbando en su ordenador, encontró una carpeta llena de fotos de chicas jóvenes con vendajes, en camas de hospitales o con goteros, víctimas de atentados, de guerras o de accidentes de tráfico. Vaya. Eduardo no sólo es emo, sino que le hemos puesto una imagen imborrable al lector al ponerlo en el lugar de esa chica que, en casa de Eduardo, no sabía a que atenerse con ese chico que conoció en una fiesta.

Sigamos con Edu. En el trabajo, aunque es respetado porque es muy bueno, de alguna forma todos le consideran rarito, y de vez en cuando, cuando se va al baño, alguien le mueve un poco el teclado y el ratón de sitio. Hacen apuestas a ver si se da cuenta y lo coloca exactamente en el mismo lugar que estaba antes. Nunca falla, es capaz de detectar el más mínimo cambio. Aparte de eso, es un tipo genial, y le encanta hablar de videojuegos y de tecnología.

Escritorio ordenado

No tiene por qué ser todo negativo, quizá simplemente, es que tiene las cosas claras. No bebe cualquier cosa, solo bourbon Jack Daniels, y si está en un bar y no lo tienen, es capaz de convencer al resto de gente para cambiar de sitio. La vez que conoció a Laura (la chica que encontró su colección de fotos raras) fue porque ella pidió la última copa de la única botella de Jack Daniels de toda la fiesta. Una botella que había llevado él, porque… nunca hay buena bebida en las fiestas a las que va.

Si ahora juzgamos como personaje a Edu y nos ceñimos exclusivamente a las tres escenas donde muestra sus particulares manías u obsesiones, veremos que recordamos estas, y no el hecho de que sea un personaje tímido, rarito o arquetípico. Ahora hablamos de Edu, no de otro personaje, de otra novela o de otra película. Es Edu, porque sólo Edu  colecciona fotos de chicas en hospitales, tiene un pequeño TOC o es un flipado del Jack Daniels. Chicos tímidos de veinticinco años, de padres divorciados, con problemas en los estudios, que les va el rollo emo y que intentan camelar a chicas en su habitación, existen mil; Edu, solo uno, y lo acabas de conocer en tu cabeza. Por eso te acordarás de Edu y no de el resto de tipos sin cara.

Ahora trabaja una buena descripción, también con textos que busquen el detalle característico y tendrás un personaje inolvidable, para lo bueno o para lo malo, de ti depende.

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Nicholas Avedon
Nicholas Avedon

Nicholas Avedon se esconde de día en una oficina, y por las noches se dedica a escribir historias: distopía oscura, ciberpunk, ciencia ficción y fantástico. Publicó su primera novela “11,4 sueños luz” en 2016 y está a punto de publicar la continuación, “Lágrimas negras de Brin”. También ha publicado un recopilatorio de sus mejores cuentos cortos: “Histerias ficticias”. Es fácilmente reconocible por que sólo le verás de noche o por internet. Es un escritor ciberpunk.

Puedes seguirle en:   https://nicholasavedon.com    –   @AvedonNicholas

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