Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que son cientos las…
El café y los escritores: una historia de amor
Se rumorea que por las venas de muchos escritores no corre sangre, sino café. No nos sorprende. Son muchos los autores y autoras que han mantenido un apasionado romance con esta bebida, llegando incluso a la adicción, por ello se cuentan por miles las citas sobre el café que la literatura universal nos ha dejado. Para muchas personas, escritores incluidos, el café es una fuente de inspiración. ¿Te has preguntado alguna vez por qué?
Los efectos del café en el cerebro
El café es una de las bebidas más consumidas en todo el mundo. Y aunque la forma en que lo tomamos ha cambiado, los motivos por los que lo bebe la mayoría de la gente siguen siendo los mismos que siglos atrás: el chute de energía que le proporciona a nuestra mente. Un par de sorbos y ya nos sentimos más despiertos.
El café contiene cientos de diferentes activos químicos: carbohidratos, lípidos, minerales, vitaminas, alcaloides, compuestos nitrogenosos… Pero el primero en el que pensamos siempre, es la cafeína. A nivel biológico, la cafeína reduce la fatiga, mejora las capacidades de concentración y atención, aumenta la presión arterial y el nerviosismo, de ahí que proporcione esa sensación de energía. Algunos estudios también afirman que la cafeína ayuda a prevenir la depresión y las enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson gracias a los antioxidantes que contiene.

En lo que se refiere a sus efectos sobre nuestra capacidad para crear, hay estudios que defienden que la cafeína limita el pensamiento creativo, mientras que otros defienden que es a la inversa. Sea como sea, tanto los científicos como los escritores estamos de acuerdo en que el café nos mantiene activos.
El café, en su correcta dosis, es una bebida segura. Pero como todo en esta vida, no conviene abusar de él. Para la mayoría de adultos sanos, no se recomienda tomar más de 400 mg al día, lo que equivale aproximadamente a unas 4 tazas de café. De lo contrario puede ocasionar insomnio, migrañas, irritabilidad, dolor estomacal, taquicardias y temblores musculares.
Escritores amantes del café
Jonathan Swift (1667-1745)

«El café nos vuelve severos, serios y filosóficos.» — Jonathan Swift.
Al autor de «Los Viajes de Gulliver» le gustaba mucho tomar café para escribir. No solo eso. Según cuenta Leo Darmrosch en su biografía del autor, cuando Swift enviaba cartas a su amada empleaba un código secreto con ella en el que la palabra “café” aparecía con mucha frecuencia para referirse a apetitos algo más subidos de tono de los que suele implicar compartir una taza de este oscuro brebaje. En su correspondencia con ella escribía frases como esta: «No he bebido café desde que te dejé y no tengo ninguna intención de hacerlo hasta que te encuentre de nuevo. No hay café que merezca la pena, sólo el tuyo». Dadas estas comparativas, suponemos que el café debía ser un auténtico placer para él.
Voltaire (1694-1778)

«Claro que el café es un veneno lento; hace cuarenta años que lo bebo.» — Voltaire.
De todos los escritores adictos a la cafeína, Voltaire es uno de los más conocidos. Varias de sus biografías resaltan que tomaba más de sesenta tazas al día. Eso sí, le gustaba mezclarlo con chocolate. Cómo sobrevivía a tales cantidades de café, no lo sabemos, aunque sospecho que, o mentía en las cantidades o el café de antes no era como el de ahora. Lo que sí sabemos es que, aunque vivió 83 años, su doctor le advirtió en numerosas ocasiones que su amado café terminaría por matarle.
Voltaire no solo tomaba este brebaje intenso para escribir, también un asiduo de los cafés parisinos, donde se congregaban los intelectuales de la época, en particular del Café Le Procope.
Honoré de Balzac (1799-1850)

«Si no fuera por el café, uno no podría escribir, es decir, no podría vivir.» — Balzac.
Si la ingesta de cafeína de Voltaire te parece demencial, Balzac no se quedaba atrás en absoluto. Presumía de tomar unas 50 tazas de café al día para mantener sus maratonianas rutinas de trabajo de casi 15 horas diarias. Suponemos que lo haría sin desfallecer por taquicardias, aunque es más que probable que la cafeína contribuyera a su muerte temprana.
En su ensayo «Tratado de los excitantes modernos» revelaba que no solo bebía café en cantidades exageradas. También masticaba granos de café enteros en ayunas para desatar su creatividad. En este tratado dejó constancia de sus investigaciones sobre los efectos del café y de otros energizantes con los que experimentaba.
Johan Wolfgang Goethe (1749-1832)

«A ti te debo todo mi vigor, pasión sin tasa débote, inclinación, culto y locura.» — J.W. Goethe.
El novelista alemán no solo fue entusiasta bebedor de café, también fue el impulsor del descubrimiento de la cafeína. Goethe siempre tuvo la ilusión de que se le valorase como científico, algo que nunca llegó a suceder a pesar de todos los años que dedicó a la investigación de la luz, los colores, la botánica o la mineralogía.
Fue él quien instó a su amigo, el científico Friedlieb Ferdinand Runge, a analizar la composición química del café. Runge logró identificar y aislar la cafeína en su laboratorio en 1820. Después de su descubrimiento, diferentes investigadores desarrollaron procesos para extraerla del café, pero hasta 1905 no se consiguió hacerlo logrando que no perdiera su sabor. Y así, queridos, es cómo nació el café descafeinado que alegra nuestros días sin alimentar la ansiedad.
Marcel Proust (1871-1922)

«A partir de cierta edad hacemos como que no nos importan las cosas que más deseamos.» — Proust.
Aunque en este caso la cita que viene arriba no se refiere al café, Marcel Proust fue otro gran apasionado de esta bebida y la consumía en grandes cantidades para mantenerse concentrado durante sus largas sesiones de escritura, que tenían también lugar durante la noche.
Uno de los fragmentos más famosos de su obra cumbre, «En busca del tiempo perdido», muestra como una magdalena mojada en té desata una oleada de recuerdos. Sin embargo, él no tomaba precisamente magdalenas. Ni té. Durante la época en la que escribió esta obra de siete tomos, prácticamente solo se alimentó de croissants y café con leche.
Truman Capote (1924-1984)

«Soy un autor completamente horizontal. No puedo pensar a menos que esté acostado, ya sea en la cama o estirado en un sofá y con un cigarrillo y un café a la mano. Tengo que inhalar y beber. A medida que avanza la tarde, paso del café al té de menta, al jerez y a los Martinis.» —Truman Capote (entrevista para Paris Review, 1957).
Tal y como sostenía en esta entrevista, el autor de «A Sangre Fría» tenía la costumbre de escribir acostado y con un café al lado. No podemos decir que sus hábitos fueran especialmente sanos, pero siempre es interesante conocer las rutinas de diferentes autores. Capote escribía sus primeros dos borradores a mano y el tercero a máquina, apoyándola sobre sus rodillas para seguir en su posición favorita: la horizontal.
J.K. Rowling (1965 )

«La escritura y las cafeterías están fuertemente ligadas en mi cerebro. Todavía escribo a mano, me gusta andar físicamente con papeles, y no tener que dejar de escribir para ir a la cocina a prepararme un café.» — J.K. Rowling (entrevista para The Telegraph, 2007)
Aunque suponemos que J.K. Rowling no bebe las cantidades indecentes de café que tomaban autores de antaño como Balzac o Voltaire, la creadora de Harry Potter también tiene una estrecha relación con el café y con las cafeterías. De hecho, dio forma a los dos primeros libros de su famosa saga en una cafetería de Edimburgo llamada The Elephant House.
Frases sobre el café de escritores famosos
Como ves, los escritores están entre los consumidores más notables de café. A lo largo de la historia, multitud de autores y autoras han escrito sobre su sabor, su aroma, sus efectos… Te dejamos algunas de nuestras citas preferidas.
«El amor, el tabaco, el café y, en general, todos los venenos que no son lo bastante fuertes para matarnos en un instante, se nos convierten en una necesidad diaria». — Enrique Jardiel Poncela
«He medido mi vida en cucharitas de café» — T. S. Eliot.
«Sólo quiero una taza de café, caliente y negro, y no quiero escuchar tus problemas.»— Charles Bukowski
«El café es una forma de robar el tiempo, que por derecho, le pertenece a tu yo más viejo» — Terry Pratchett
«El café es un tipo de magia que puedes beber.» — Catherynne M. Valente.
«La verdadera universidad popular española ha sido el café y la plaza pública» — Miguel de Unamuno
«Mientras haya café en este mundo, ¿qué podría salir mal?» – Cassandra Clare
«El café me enardece, me alegra, es fuego suave sin llama y acelera toda la sangre de mis venas». — José Martí
«Una buena taza de su negro licor, bien preparado, contiene tantos problemas y tantos poemas como una botella de tinta.» — Rubén Darío
«El café acaricia la boca y la garganta y pone todas las fuerzas en movimiento: las ideas se precipitan como batallones en un gran ejército, el combate empieza, los recuerdos se despliegan como un estandarte. La caballería ligera se lanza a una soberbia galopada, la artillería de la lógica avanza con sus razonamientos y sus encadenamientos impecables. Las frases ingeniosas parten como balas certeras. Los personajes toman forma y se destacan. La pluma se desliza por el papel, el combate, la lucha, llega a una violencia extrema y luego muere bajo un mar de tinta negro como un auténtico campo de batalla que se oscurece en una nube de pólvora» — Honoré de Balzac

Fuentes: Writers Write, Publishers Weekly, Cronicas de Imarie, Lecturalia, Mayo Clinic
Mercenaria de las palabras. Amante de los viajes en tren, el café recién hecho y la pizza del día anterior. Estudié Historia y después de trabajar durante un buen tiempo en el sector editorial, mi fascinación por las nuevas tecnologías y ese monstruo al que llamamos internet, me condujeron al mundo online. Desde entonces me dedico al marketing digital. Soy redactora freelance, SEO y especialista en contenidos. Puse en marcha esta web.
Si no fuese por el café no sé donde estaría! No hay nada mejor que una taza de café y un buen libro para pasar las frías tardes de invierno.